¿Qué pasa con las hormonas cuando hacemos ejercicio?
Cuando hacemos ejercicio, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales que son indispensables para mantener un buen estado de salud y mejorar nuestro rendimiento físico. Las hormonas juegan un papel fundamental en este proceso, ya que son las encargadas de regular diversas funciones del organismo.
Uno de los principales cambios hormonales que ocurren durante el ejercicio es la liberación de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad. Estas sustancias son responsables de generar una sensación de bienestar y placer después de realizar actividad física. Además, las endorfinas también actúan como analgésicos naturales, ayudando a reducir la percepción del dolor.
Otra hormona que se ve afectada durante el ejercicio es la dopamina, que está relacionada con el sistema de recompensa del cerebro. La dopamina es liberada en respuesta a la actividad física, lo que nos genera una sensación de satisfacción y motivación. Esto explica por qué muchas personas experimentan una sensación de euforia o "subidón" tras hacer ejercicio.
El cortisol, conocido como la hormona del estrés, también se ve afectado durante el ejercicio. A corto plazo, el ejercicio intenso puede aumentar los niveles de cortisol en el cuerpo. Sin embargo, a largo plazo, la práctica regular de ejercicio puede ayudar a regular los niveles de cortisol, reduciendo así los efectos negativos del estrés crónico en nuestro organismo.
Por último, el ejercicio también afecta los niveles de insulina en nuestro cuerpo. Cuando hacemos ejercicio, nuestros músculos utilizan la glucosa como fuente de energía. Esto estimula la liberación de insulina, que es la hormona encargada de regular los niveles de azúcar en sangre. Como resultado, el ejercicio regular puede ayudar a prevenir o manejar la diabetes tipo 2.
En resumen, cuando hacemos ejercicio, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales que tienen un impacto significativo en nuestra salud y bienestar. Las endorfinas y la dopamina nos hacen sentir bien y nos motivan a seguir haciendo ejercicio, mientras que el cortisol puede ser regulado a través de la práctica regular de actividad física. Además, el ejercicio también puede ayudar a controlar los niveles de azúcar en sangre y prevenir enfermedades como la diabetes tipo 2.